antiestres

Ya a esta altura del año el cuerpo y la cabeza no dan más y es cuándo empiezo a tomar medidas contra este sentimiento de cansancio físico y mental que me invade. Dirán que desde que empezó el año estoy así, es verdad pero ahora estoy enfrentándolo.

El fin de semana pasado nos fuimos a Buenos Aires y, aunque no sea el mejor lugar para zafar de la locura y físicamente quedamos muertos porque caminamos sin parar durante 4 días, descansé de cabeza, en parte. Claro, uno se lleva a todas partes. Compré muchos libros, algunos discos y algo de ropa en unas ferias preciosas. Los días fueron maravillosos, sol pero no arrebatador.

Empecé Pilates, bueno en realidad me llevó a rastras ME a las clases de iniciación. No me gustó mucho. No digo el Pilates en sí, no me gustó la profesora. Era imposible concentrarnos cuando ella decía "acuestensen" o que las mujeres tendemos a respirar de pecho en lugar de hacerlo de diafragma, "es como cuando vamos a las liquidaciones y vemos una pollera, que nos quedamos sin aire". Justito lo que nosotras sentimos... Veremos si vamos a la segunda clase de iniciación, ya la pagamos pero...

Hoy tengo la tercera sesión de masajes, me la recomendaron y fui. Yo esperaba sacarme la ropa, acostarme en una camilla en donde podría poner la cabeza en un agujero y que con aceites me desatarían los nudos de la espalda. Pero no. Era de shiatsu, una técnica oriental, masaje con ropa y antes de empezar te preguntan todo sobre la vida. Después te estira para todos lados. La primera sesión no me enloqueció pero me enamoré cuando me dijo que se nota que tengo problemas afectivos porque tengo blandita la parte interna del brazo...

Los jueves de noche trataré de dejármelos libres para disfrutar un poco. Ayer fui a ver El sueño de Cassandra, la última película de Woody Allen que llegó acá (sé que hay otra más y filmada en Barcelona pero bueno, tendremos que esperar). Me gustó mucho... La culpa es terrible.