miércoles, octubre 29

superhéroe

El último omnibus salió antes de la hora fijada y lo perdimos. J. debía irse en él a su casa, después de una charla de festejo y alguna cerveza. El tipo de la largada de ómnibus argumentó algo de la diferencia de los relojes, pero la verdad es que salió antes y punto. Así que nos fuimos a la otra parada a esperar el 148, que la dejaba más lejos y tenía que hacer combinación pero igual servía.

Nos quedamos paradas sobre la esquina de la cuadra, conversando, deseando que el transporte llegara pronto. En la esquina cruzada a la nuestra había un hombre muy borracho que empezó a gritarnos cosas. Hasta ahí no hubo problemas. El tema fue cuando cruzó la calle y se acercó a decirnos esas cosas casi al oido.

Nos alejamos hacia el medio de la cuadra ignorándolo, pero no hizo caso a tan sutil gesto de indiferencia y nos siguió. Para nuestra sorpresa, un muchacho que estaba sentado en un escalón al lado nuestro intervino. "¿Por qué no te vas?" En ese preciso instante venía el 148 y J. se iba. "Te dije que te fueras y no molestaras más", insistió el muchacho. J. se tomó el omnibus y yo me quedé abajo. "Si no te vas voy a llamar a la policiía", volvió a arriesgar. El borracho intentó enfrentarlo con algunos balbuceos pero terminó por hacerle caso y volvió a su rincón en la otra esquina.

- Gracias - le dije al defensor
- Es que están borrachos y se ponen pesados - me contestó

Me pegué un pique por la cuadra que estaba oscura y me llevaba a casa, después me llamó J. para ver si todo estaba bien y que le dio cosa tomarse el ómnibus justo en ese momento. Yo me fui contenta por haber sido socorrida por el defensor anónimo. En mi mundo es lo más cercano a un superhéroe que estuve, creo.

martes, octubre 21

argumentos

Por tercera vez aquella voz en el teléfono, insistente, preguntándome si podía hablar. "Sí, decime" respondí, la vez anterior fue "Estoy entrando a una oficina pero decime rápido qué es" a lo que explicándome muy amablemente, demasiado, comenzaba con que era de la compañía del cable y quería ofrecerme una promoción imperdible. En el medio me había dejado un mensaje en el contestador de casa. Ya la persecusión se hacía sentir.

Esta tercera vez, mientras colgaba la ropa, le di espacio para su tan entrenado discurso. "No me interesa, casi no miro la tele y no voy a pagar nada más". Igual no se daba por vencido. Ya que no podía cortar decidí discutirle sus argumentos tan aprendidos. "¿Vas al cine o alquilás dvds?" me preguntó. Le dije que sí, que iba al cine. Respuesta automática: "Esto es como tener el cine en tu casa y no tenés que moverte, sólo llamás, y podés ver la película que querés".

"La gracia del ir al cine es escencialmente la opuesta, salir, una actividad social, ir a un lugar con otros a hacer algo en conjunto, olvidarme del mundo, además de elegir la película que seguramente no sea ninguna de esas que me estás ofreciendo", respondí. Igual siguió insistiendo y cuando se cumplió el tiempo que sospecho lo hacen mantenerme en la línea me dijo, "bueno, muchas gracias, muy amable. Si decidís contratar el servicio estaré hasta mañana en el teléfono xxx interno xxx".

Me dio un poco de lástima, pero si le digo que no quiero es porque no quiero...

sábado, octubre 18

kusturica


Ayer el Teatro de Verano fue una fiesta: Emir Kusturica y The No Smoking Orchestra. Y yo estaba ahí.

miércoles, octubre 15

planes

Una viene calculando en qué momento va a poder dormir unas cuantas horas desde hace días y ¡zas!, el día tan esperado llega pero a unos amigos se les ocurre quedar embarazados y a la mierda planes de dormir, ¡hay que ir a festejar!

Está bien, si es por prioridad en la planificación ellos hace más que lo vienen intentando. ¡Felicitaciones!!!!

miércoles, octubre 8

conclusión

Somos mujeres del siglo XXI con estereotipos de amor del siglo XIX.
¿Qué hacemos con eso?

lunes, octubre 6

lambada

Hoy en la primaveral mañana caminaba rumbo al trabajo, tratando de respirar lo menos posible para no comerme las pelusas volantes de los plátanos (elemento alergénico por excelencia), y escuché el ruido de la lambada. Pensé que las 9 horas que había dormido la noche anterior (una eternidad para las que venía durmiendo) me habían transportado en el tiempo a la navidad de 1990. Pero no, ese ruido, repito, era del camión que reparte garrafas de gas y que llevaba a modo de anunciar su presencia la música de la lambada reproducida por algún elemento que sonaba a lata más que a música.

Las estrategias de marketing son algo muy ajeno a mí pero ¡la lambada!?

jueves, octubre 2

círculo

Me dio tanta bronca estallar en llanto por tan poca cosa que no podía parar de llorar de la bronca.