martes, septiembre 7

días

Hay días buenos, malos y de los otros. Creo que los últimos son los peores. Cuando tenés el pecho apretado sin saber porqué es difícil encontrar una solución.

No hay motivo aparente, salió el sol, hace menos frío, da la sensación de que derrotamos al invierno, el entorno está más o menos encaminado, tengo una pila de cosas pendientes que intento encarar pero nada distinto a otros días, la casa limpia y la panza llena, pero el pecho sigue apretado. Le doy órdenes a la cabeza para que se despeje a ver si podemos respirar mejor y nada, dan ganas de dormir pero eso sería una cobardía, más teniendo en cuenta la pila de cosas pendientes que intento encarar. Sigo dándole vueltas...

En fin, hay días buenos, malos y de los otros. Los últimos son los peores.

domingo, septiembre 5

códigos

Todo es cuestión de códigos. Señales que van y que vienen. El problema es la correcta interpretación y qué combinaciones emitimos nosotros. Con el tiempo una va aprendiendo y percibiendo y, de a poco, logrando el manual de decodificación. El problema surge cuando con determinado signo, que según nuestros estudios significaba una cosa, nos están diciendo otra. O, a pesar de las señales hacia un lugar, de repente hay un cambio de rumbo y vos te quedás ahí parada con los ojos abiertos intentando entender el señalero.

Otro tema son las señales emitidas por una. Hay diferentes bibliotecas respecto a este tema. ¿Debemos ser transparentes y dejar fluir? ¿Debemos hacernos las duras y mantenernos distantes? ¿Debemos intentar confundir para que no se sientan seguros con el manual que tienen? ¿Tenemos que parecer estables y autosuficientes? ¿Tenemos que parecer desvalidas listas para ser salvadas? ¿Tenemos que negociar, ceder o imponernos? Miles de preguntas como estas y adhesiones variadas a las distintas corrientes filosóficas aparecen.

¿No sería todo más fácil si compartiéramos el mismo código y, sobre todo, la luz verde?