domingo, noviembre 30

casa

¿Casa nueva, vida nueva?
El próximo martes me dan las llaves de mi apartamento nuevo. ¡Sí, me compro un duplex!

Ese es el paso final a la adultez, ¿no? Ya no lo puedo disimular con nada. Pero en este caso, es la parte buena. Así que próximamente: fiesta de inauguración.

domingo, noviembre 23

domingo II

Después de muuucho tiempo tengo un domingo en casa. Me levanté un poco después de las 10 de la mañana, prendí la radio para escuchar el programa de carnaval dominical (que según los que me rodean lo escucho yo y 7 más) y a hacer algunas cosas para los trabajos en la computadora. Comí, dormí la siesta y ahora estoy comiendo helado y mirando La boda de mi mejor amigo.

Lo raro de todo esto es que no me parece patético ni siento culpa de no estar corrigiendo los capítulos del libro que tenemos que entregar desde el jueves pasado a los diseñadores. ¿Será que algo cambió en mi? Está tan lindo el domingo...

jueves, noviembre 20

azar

Ayer discutíamos hasta qué punto la suerte influye o no en nuestras vidas amorosas. F., muy psicoanalizado, se enojaba con nosotras diciendo que cómo la suerte iba a tener que ver con nuestros vínculos. Que eso es una construcción no algo sujeto al azar. Nosotras argumentábamos que no tiene que ver con la relación completa pero sí en la forma en que te podés conocer o cruzar con alguien.

Si me tomo un ómnibus y justo me encuentro con un compañero de liceo que hace 10 años no veo y nos ponemos a charlar y nos pasamos los teléfonos, eso tiene que ver con la suerte no con una construcción. Y ahí F. sin dar el brazo a torcer, por supuesto, dijo: ¡Pero eso es casualidad no suerte!

jueves, noviembre 13

votar II

señora

Ayer a las 6 de la tarde me tomé un omnibus para ir de uno de mis trabajos al otro en el que tenía una reunión. A esa hora, como es de suponer, iba mucha gente y estaba complicado poder pasar al fondo porque no había lugar. Mi viaje era corto y quedé en medio del omnibus lleno de gente para ambos lados. Así que unas cuadras antes de mi parada empecé a pasar al fondo, "permiso, permiso, permiso...".

Detrás de mi, y aprovechando mi apertura de camino, venía una señora. Cuando llegué a la puerta, como tres cuadras antes de la parada aún, la mujer me pregunta: "Baja en la próxima". "Sí", le contesté, y pensé: "no, vine hasta acá porque me gusta sentirme apretada por la gente en un día de 30 grados". A lo que la señora me ordena: "Apretá el botón".

- Sí señora, todavía faltan dos cuadras.
- Lo que pasa es que sino después no para - me respondió.

Está bien, cada uno tiene sus manías, pero obligar a los demás a seguirlas es molesto.

Señora: si usted necesita tocar el botón que le pide al conductor del ómnibus que pare en la próxima parada apenas saliendo de la parada anterior vaya al fondo antes. Si usted llega después tendrá que someterse al riesgo que implica que el que está delante suyo, y que también se va a bajar, toque el botón cuando se le cante.