lunes, mayo 26

desorden

En general me molesta bastante llegar a mi casa, tarde después de trabajar, y que esté todo desoredenado, los platos sucios, las toallas mojadas y la basura sin sacar. No por ser muy pulcra, sino porque implica que a esta hora me tengo que poner a ordenar un poco y no dejar de lavar la cocina.

Hoy, los vestigios del desayuno en la mesa, el mate, mi taza de café con leche, la mucha ropa para lavar a causa de la lluvia/humedad, los libros que traje ayer de mi casa anterior y todavía no ordené como corresponde en su estante, el no tener nada que comer más que unas milanesas de pescado congeladas que estaban de casualidad en el freezer y una cebolla cortada, el tener que hacer la cama antes de acostarme (no poque haga la cama todos los días, hábito que nunca creí imprescindible, sino porque puse las sábanas a lavar entonces hay que hacer la cama de cero), no sólo no me molestan sino que me dan cierto placer. No me acordaba que había quedado así mi casa cuando hoy salí a trabajar. Hay demasiadas señales de vida y eso, lejos de molestarme, hoy me gusta.

Me serví una copa de vino, puse los restos de comida que me quedan en el horno y me dispuse a escribir este post. ¡Salú por los nuevos tiempos!

1 comentario:

dijo...

Salú!!!!
y si nos tomamos unos mates???'
besos