jueves, septiembre 4

puertas

En el piso 8 del Ministerio de Educación y Cultura, donde trabajo, desde hace un tiempo se está desarrollando una lucha de poder sobre los baños. Nuestro proyecto y la oficina de escribanos del fondo comparten los dos baños que están en el pasillo que nos une/separa. Desde hace un tiempo las instalaciones sanitarias se dañan continuamente, o sea que la separación por sexos de los baños ya no existe desde hace semanas porque un día está clausurado uno y al siguiente otro. Pero las cosas se pusieron más feas hace un tiempo cuando a alguien se le ocurrió que con una llave se iban a solucionar nuestros problemas.

"El baño se rompe porque lo usa todo el mundo", argumentaban los escribanos, por lo que procedieron a pedir una llave para cerrarlo, que por supuesto quedaba en su poder. Cada vez que alguno de nosotros quería usarlo tenía que ir a pedirles la llave. Esto genera, obviamente, una sensación de injusticia mayúscula. ¿Por qué alguien tiene el poder de controlar cuántas veces tengo necesidad de orinar al día?

Frente a esta injusticia nos hicimos una copia de la llave. Esto generaba que aunque la puerta estuviera trancada la gente se metiera para adentro con la otra llave, así que por cuidar que no todo el mundo entrara al baño, terminaba entrando alguien y atrás otro involuntariamente, generando malestares, confusiones e incomodidaes obvias.

El tema de la llave se terminó cuando los escribanos perdieron la suya. Ahora tenemos en nuestras manos la venganza. Estamos dudando si aplicar el "la llave está acá, cuando la necesiten vienen y nos la piden" o dar por perdida esta batalla y hacer un uso libre e irrestricto del baño público.

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