jueves, diciembre 13

incomodidades

Sigo en vueltas para el casamiento de mis amigos. Ahora la nueva misión era conseguir un soutien (sostén/sujetador, o como le quieran decir) de papel, de esos que se pegan a la piel. El vestido que me voy a poner deja la espalda y los hombros al aire por lo tanto no admite breteles en ningún lado y la gravedad no me permite ir sin nada. Así que salí en su búsqueda.

Me habían dicho que lo encontraba en las farmacias. Fui a varias y la respuesta fue la misma: "justo se nos terminaron". Parece que todas las mujeres han salido a en busca de su sostén...

Pasé por la puerta de otra farmacia, menos glamorosa y me decidí a entrar. Me atendió un muchacho:

- Si, ¿qué buscabas?
- ¿Soutienes de papel tienen?
- Sí...

Se fue al fondo y apareció con una caja con varios sobres de los elementos que yo buscaba entre chupetes de mamaderas y sacaleches. No la ví pero la caja afuera debería decir "todo para las tetas".

Me dice:

- ¿Qué tamaño llevás? Hay 40, 44 y 46. El más común es el 42 pero no me queda.
- Mmmm, no sé. Estos número no se corresponden con nada.

Conversación que empezaba a ponerse incómoda. La situación obligaba a que inevitablemente me mirara las tetas. Como quedaba feo lo hacía medio de reojo, como sin mirar pero mirando.


Yo nunca había comprado estos implementos, ni usado, por lo tanto no sabía qué era mejor, si preferir el chico para que aprete más o uno grande para cortarlo si sobra, siempre especulando que yo soy un estandar total y la correcta era la 42, cosa que tampoco sabía. En ese momento dudé en preguntarle a unas mujeres que estaban también tras el mostrador, pero me pareció poco civilizado que en el siglo XXI no puediera estar hablando con un muchacho desconocido acerca de mi fisonomía y, además, estaría desautorizando al muchacho puesto que él era quien me estaba atendiendo y debería ser él quien resolviera la situación con soltura. La cosa ya no daba para más, me tenía que decidir sola y chau.

- Vos debés ser un 44 - arriesgó el muchacho, mirándome de reojo.
- Bueno, dame la 44 - dije yo, pensando, si son grandes (los papeles digo) les meto tijera y listo. Pero bueno, que el muchacho pensara que soy 44 y no 40 fue un golpe alto a la autoestima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajaja, me parece una historia genial. ¿y al final cómo te quedó la 44? Yo para la boda del año pasado de Joana y Aitana me puse una especie de tetas de silicona que decían que se pegaban y las levantaban (las mías dígo), eso sí, nada más empezar la ceremonia empezaron a resbalarse con el sudor, hacía un calor espantoso.

De todas maneras si las necesitas te las presto, en la caja de "todo para las tetas" no había?

Jajaja, me divierte mucho leerte.

Abrazos, y dadas las fechas, Feliz Navidad Ka!!