El domingo fue la final mundial de clubes de fútbol. No es que yo sea una seguidora del fútbol mundial. Apenas lo fui en alguna época de Peñarol, pero hace bastante que colgué los zapatos.
El interés por este partido en particular se viene generando por el fanatismo de F., desde hace cuatro largos meses. Lo mejor del encuentro, además de la alegría desmesurada y merecida de la hinchada del Internacional de Porto Alegre, fue esa idea que me sigue emocionando de los más débiles ganando a los más fuertes.
Soy una romántica perdida, siempre espero que David del gane a Goliat.
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